Hace muchos años, en la antigua Grecia, vivía un joven llamado Alejandro. Era un estudiante de filosofía y había oído hablar de Sócrates, el famoso maestro y filósofo de Atenas. Este decidió ir a buscarlo y pedirle que lo guiara en su camino hacia el conocimiento.
Sócrates aceptó con gusto y comenzó a enseñarle a Alejandro. Sin embargo, el joven se dio cuenta de que aprender de Sócrates no era fácil. El maestro lo desafiaba constantemente y no le daba respuestas fáciles. Pero Alejandro estaba decidido a aprender y seguía preguntando y buscando respuestas.
En una ocasión llegó Alejandro en gran estado de agitación. Le dijo al filósofo que se había encontrado con uno de sus amigos y que este había hablado él gran malevolencia.
Al escuchar esto, Sócrates le pidió que se calmara y después de pensarlo un momento, le manifestó que antes de escuchar lo que tenía para contarle, el mensaje debía pasar por las tres barreras , a lo cual el discípulo preguntó ¿Cuales tres Barreras?
Como de costumbre, Sócrates formuló una pregunta al discípulo.
"Lo que me quieres decir ¿Es Verdad? "
El discípulo pensó un momento...
En realidad, no podía estar seguro de si lo que había escuchado podía ser verdad ya que eran opiniones, y al fin y al cabo las opiniones aun asi compartidas no las transforma en un hecho o certeza.
Todo era cuestión de perspecticas
Entonces el discípulo tuvo que admitir que no.
Luego, el gran maestro griego formuló una segunda pregunta:
“¿Lo que quieres decirme es Bueno?”
El discípulo contestó que, por supuesto, no era nada bueno. Todo lo contrario.
Entonces, Sócrates preguntó: “¿Lo que quieres decirme, es realmente Necesario para mi?”.
El discípulo dudó. En realidad, no sabía si esa información le sería de utilidad o no. Quizás solo lo distanciaría de esas personas, y tampoco iba a ser un gran cambio en de aprendizaje en su vida.
Entonces Sócrates respondió
“Si lo que deseas decirme no es bueno, ni verdadero ni tampoco necesario, entonces, sepultémoslo en el olvido."
La creencia ciega, según Sócrates, se refiere a aceptar como verdad algo sin cuestionarlo o investigarlo. Alejandro debía aprender a cuestionar todo lo que se le presentaba y buscar la verdad detrás de las cosas.
La búsqueda del bien, Sócrates creía que era importante buscar el bien en todas las cosas y que debíamos ser virtuosos al hacerlo.
La arrogancia, según Sócrates, se refiere a creer que ya se sabe todo y no necesitar más conocimiento. Alejandro debía aprender a mantener una mente abierta y estar dispuesto a aprender siempre.
Con el tiempo, Alejandro superó estas barreras y se convirtió en un gran filósofo. Aprendió mucho de Sócrates y se convirtió en un gran maestro él mismo,
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